La Democracia nunca será tal, hasta que el verdadero poder radique en el "PUEBLO". No cabe decir, el poder mana del "PUEBLO". El pueblo sólo valemos, para que con nuestro VOTO: Jueguen, a hacer cuanto les viene en gana los verdaderos carotas de turno, que les hayamos dado ignorantemente más VOTOS: digo ignorantemente, ya que con falsas palabras nos presentan unos tipos de programas, los cuales han enmascarado con un sinfín de prometedoras promesas, las cuales jamás van a llegar -por incumplimiento- a buen puerto.
La Democracia será verdadera cuando el "PODER", radique en el verdadero PUEBLO: nunca antes. Los POLÍTICOS, han de ser EMPLEADOS del PUEBLO, no el PUEBLO, servidor de los POLÍTICOS.
Los "POLÍTICOS", nunca deben ser quienes, cuando llegan a formar parte del GOBIERNO de la NACIÓN, COMUNIDAD o AYUNTAMIENTO, para decidir por si solos las LEYES y NORMAS, las cuales los autoricen a llevar a cabo sus trabajos, y los sueldos a percibir: pero si, siempre y cuando el PUEBLO le REFRENDE su AUTORIZACIÓN.
Toda persona POLÍTICA o no POLÍTICA, que llegue a formar parte de cualquier GOBIERNO, al hacerse cargo del puesto a OCUPAR, tendrá que firmar por escrito de cuanto se hace CARGO, y sucesiva mente de igual forma de cuantas remesas puedan llegar a hacerse CARGO, durante todo su mandato. Al termino o cese del CARGO que haya estado OCUPANDO, debe rendir CUENTAS a su superior más inmediato y así sucesiva mente todos los CARGOS, hasta llegar al PRESIDENTE del GOBIERNO, el que tendrá la obligación de rendir CUENTAS, a la JUNTA de personas CAPACITADAS, que el PUEBLO, haya ELEGIDO, democráticamente en VOTACIÓN. Como mínimo por dos tercios de los votos positivos a favor: siempre que la votación, haya sido no inferior a los dos tercios de los posibles votantes.
Toda persona -sin distinción de sexo- responsable, que sus cuentas no les cuadré, sea obligado a reponer todo cuanto pueda faltarle, sea lo que sea y de lo que pueda tratarse. En caso de no ser posible: retirarlo de la circulación por donde andan las personas onradas, durante toda su vida. Salvo que haya algún caritativo que lo pueda sacar reponiendo cuanto faltaba.
Todas las posibles partidas extraordinarias, que se tengan que llegar a formar para resolver nuevos proyectos de grandes dimensiones -tales como el que tubo lugar en su momento del AVE-, dichos proyectos, al tratarse de grandes duraciones y altos costes: siempre han de ser con la aprobación de una mayoría del pueblo en su totalidad. Nunca por unos cuantos: por mucha representación del pueblo que puedan tener. Que no vengan diciendo que de esta forma no se llegaría a realizar ningún proyecto que merezca la pena. De esta manera lo que no tendría lugar, puede que fuera el mangoneo que en todas estas ocasiones se han traído. `
Polinyà: año 2.009.
Manuel López la Torre
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