He observado desde hace algún tiempo, que hay muchas personas premiadas por sus trabajos llevados a buen puerto, cosa que, tenemos más que aceptados y valorado como correcto:
Me refiero claro está, a trabajos intelectuales y artísticos, tales y como queda reflejado en cada ocasión que esto sucede y donde suceda. Creo que habrá muchas personas de acuerdo con migo.
De otra parte, echo a faltar, los premiados en personas dedicadas a tales oficios como: jardineros, carpinteros, porqueros, yegüeros, pastores, cabreros, churreros, carniceros, herradores, herreros, hojalateros, panaderos, fruteros y un muy largo ecetera, que se puede ir añadiendo de parecidos rangos. ¿Es qué estas categorías no se merecen el menor reparo? ¡Ya! Ahora que caigo, es cierto, que según los trabajos u oficios, no existen para tener en cuenta. Las personas que llevan a cabo las listas de candidatos para ser premiados, puede que no conozca tales oficios, nada más que de oídas: esto puede ser triste para ellos mismos. Se puede decir que gracias a estos sin importancia oficios, comemos el resto de todos los listillos que andamos sobre la faz de la Tierra. Podemos decir todo cuanto nos venga en gana, pero las cosas son como son y nada más claro. Tal como suena.
Los productos alimentarios, hay que manipular y cuidarlos para conseguir su utilidad. Estas cosas son tan necesarias, que sin ellas, las personas nos sería imposible el poder vivir.
Creo que hay mucha materia para desmenuzar, sobre el valor de los oficios. Hoy en día, después de haber entrado en la, ERA INDUSTRIAL, se puede decir por todas, que el valor de los oficios se perdió para siempre. Hoy lo único que tiene valor es, "SER POLÍTICO". Formar un PARTIDO POLÍTICO, con mucho ATRACTIVO, conseguir el poder, entrar en los cargos que más transito económico se maneje, sea como sea, bien prometiendo lo más imposible de cuanto se pueda prometer, la cuestión siempre será, el conseguirlo. Una vez conseguido: volverse muy amable, darle la razón a los máximos que sea posible. Mientras tanto y sin perder tiempo, ponerte a llenar la saca, lo más rápido que se pueda, para cuando te descubran pueda haber suficiente para comprar la libertad, y a más te quede para poder vivir sin preocupaciones toda la familia el resto de toda la vida. Por cuanto pueda suceder y puedan decir, no hay que preocuparse, nunca faltan los que hablen en contra a rabiar. Pero tampoco faltarán los que hablen a favor, realzando los hechos como de gran "INTELIGENCIA". Los partidarios somos así de chulescos, aunque el contenido de la saca este formado por parte de lo fastidiado a nosotros mismos, nos da igual, la cuestión es tener razón y engrandecer a nuestro "INTELIGENTISIMO HÉROE", no hay razonamiento que valga en estos casos, las personas somos de ésta forma y no hay manera que podamos cambiar. Las persona, la mayoría somos pobres hasta de inteligencia (Con perdon, para el desafortunado que la pueda tener, ya que una muy elevada mayoría de los que carecemos de ella, lo que solemos llamarles, no es personas dotados de inteligencia: les llamamos, -erroneamente-, empollones en plan de guasa), creémos que el ser inteligente, es el reinos a primara vista del primero que nos encontremos por la calle, sin tener ni pizca idea de quien se pueda tratar.
Esperemos que las mentes dormidas no tarden mucho tiempo en despertar y darse cuenta de una vez y por todas, la manipulación mal intencionada que nos ronda a muy corta distancia de nuestras mayoritarias y torpes cabezas. Torpes cabezas a consecuencia de la buena fe, de creer todas las sermoneadas que nos dirigen los que desean en todo momento, el conseguir muestro apoyo, para luego, cuando han conseguido, se les olvida todo de prometido y de tal forma, que parece ser que han enfermado de amnesia: y de la noche a la mañana han olviddo todo lo prometido. A los decepcionados, parece ser que nos pasa tres cuartos de lo mismo: la siguiente vez que nos vuelven a sermonear, nuevamente caemos, tropezando en la misma piedra. Hay que saber escuchar para enterarse y comprender todo cuanto nos puedan contar o decir. Pero bien hay que aprender a observar, y nunca olvidar lo que hacen después de haber prometido y haber coseguido. Como por otra parte, lo que tengamos que decir, nunca dejar de decirlo: procurando hacerlo con el maximo respeto, pero nunca dejar de hacerlo, para que de esta forma no lleguen a creerse lo que verdaderamente opinan de nosotros -ser tontos-faciles de manipular y engañar sin más.
Polinyà: dos etapas, la última el: 18-10-2.009. Manuel López la Torre