viernes, 10 de mayo de 2013


A MIGUEL HERNANDEZ

¡Amigo Miguel! -perdón por lo de amigo-,
ya que nunca nos conocimos.

No, por que no coincidiéramos
en esta vida, sino, por que cuando tú
marcharte o te hicieron marchar,
yo terminaba de llegar.

Tardé muchos años en tener referencias
tuyas, por el gran silencio existente,
controlado por lo pobres millonarios.

Millonarios en maldad y pobres de
bondad, y medianamente bajos de
propia inteligencia bienhechora.

Te considero un bondadoso “Laurel”, el que
desprende amorosas esencias digestivas;
entre diabólicos y malignos espinos
sin piedad alguna.

Tu padecida y sufrida vida,
no creo sea muy deseada por ningún
viviente mortal existente, por existir
o que pueda haber existido en tiempo alguno.

Por otra parte, creo que no pueda haber
mente alguna por torpe que pueda ser, no
haber poseído tus reflejos y formas de ver
la vida respetando a los demás.

Como también digo: “Hay que ser en la
vida muy: YO CLAUDIO”, para seguir
viviendo y dar a conocer el sentir de las cosas.

Espero y deseo qué: hasta la más diminuta
partícula que formaron la “configuración” de
tu cuerpo, se encuentre disfrutando
De la más absoluta P A Z.

Por último que tu nombre figure tal y
como corresponde, entre los más:
¡¡GRANDES!!

Polinyà a: 31-3-2.010.
(Hora: 15’30)
Manuel López la Torre

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